miércoles, 1 de abril de 2015

Entretanto, entretiempo

- ¿Sabes? Se lo contaba hoy a mi abuela... Ella tiene 89 años, y es una mujer lúcida, culta, abierta, como pocas. Y no porque la vida le diera esa oportunidad, no porque en su día pudiera estudiar; no. Ella fue una mujer de su casa, con su marido, como lo eran casi todas. Fue al colegio, conoció a mi abuelo a los trece años, y trabajó pintando figuritas de belén, vírgenes y demás, hasta que se casó. Pero su mente, por suerte, siempre ha viajado sin boleto, y le hubiese encantado conocer mundo. Pero como se hacía lo que mi abuelo quería, y el universo de él era mucho más pequeño, se tuvo que contentar con viajar a través de los millones de libros que leía. Y yo me deleito cada vez que la veo, que la oigo, con su humor y su sabiduría. También porque no sé cuánto tiempo me queda de poder disfrutarla...
- ¿Qué tipo de libros leía? y, ¿qué le contabas hoy?
- Leía todo lo que caía en sus manos. Y es que, eso es lo que me sorprende, le cuento a mi abuela lo mismo que le contaría a un amigo de confianza. Exactamente lo mismo, lo asombroso es que puedo hacerlo. Y me enriquece más, y me encanta sentir esa conexión. Pues le he contado que estoy bien, que últimamente no paro de reír, de disfrutar del día a día... le hablo de la gente de la que me rodeo, de la gente que ya no me rodea, y ella entiende, entiende todo. No me dice: "no hagas esto", o "tú lo que tienes que hacer es..." Me dice lo hermosa que estoy, y lo bien que me sienta coger peso, que eso es porque estoy bien. Le enseño fotos de las personitas que me importan, y le gustan todas. Me dice que disfrute, que soy joven, y me habla de lo antiguos que son algunos hombres, "sobretodo los de pueblo, hija, sobretodo los de pueblo..."
-  ¿En serio? Qué graciosa. Tu abuela te habla como una señora de alta alcurnia...
- Pues no lo es. Ha pasado hambre. Pero tiene una elegancia y una fuerza que ya quisiera Katharine Hepburn o Bette Davis. En su forma de ser, en su personalidad. Cuando se trata de nosotros, de su familia, es como una leona con sus cachorros. Y la ves tan pequeña, tan mayor, y tan fuerte todavía... que te da un vuelvo por dentro
- Entonces, ¿qué te pasa? ¿que tienes miedo de perderla?
- No... bueno, sí, pero la veo fuerte todavía. Pero me hace pensar en las cosas que puedo mejorar todavía, sin decirme nada. Y la sensación de que la vida no se acaba, y que es verdad eso de que cada día es una oportunidad nueva... Tengo que ser más...
- ¿Más...?
- ¡¡¡Va-lient-te!!!
- ¿En qué?
- Pues en todo. Pero, sobretodo, quiero arriesgarme más, salir más de mi zona de confort, hacer cosas que me dan miedo, explorar, y seguir disfrutando como lo hago. También quiero preocuparme menos por el trabajo, por el futuro... y dejar de compararme con lo que tienen, son o hacen los demás. Y no exigirme ser tan perfecta...
- ¿Eso es sobre tu amiga polaca? parece que está haciendo su efecto
- ¡Es letona!
- Eso...
- Pues sí, me enseña mucho verla actuar... me encanta rodearme de personas del Norte... ¡del Norte! tan alegres, risueñas, locas y valientes. Me da un contraste del que quiero aprender.
- Norteñas, locas y risueñas...
- Así sabemos ser


"Con solo mirarme, me liberas. Aunque yo me haya cerrado como un puño, siempre abres pétalo a pétalo mi ser, como la primavera abre con un toque diestro y misterioso su primera rosa. Ignoro tu destreza para cerrar y abrir; pero cierto es que algo me dice que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas. Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene las manos tan pequeñas" (A. Cummings, citado en Hannah y sus hermanas)

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