jueves, 2 de abril de 2015

Antígona, dentro y fuera de la tumba

- Nunca me hablas del tránsito de tu vida, de los giros que te han traído hasta aquí
- Esta vez, es distinto. Es de noche y no quiero hurgar en la herida. Me gustaría entender, profundizar, desde la tranquilidad de saberme fuera de una condena.
Hubo un tiempo en que yo dormía. Hubo un tiempo en que el mundo durmió, esperando, a mis pies. Primero fue la huida, la escapada al mar, con tintes de pérdida; luego fue la desidia, el dejarse vivir, con el tiempo pasando sobre mí; y luego fue la esperanza, lenta y silenciosa; la voz que no se escucha a sí misma, que después, una vez pasado el tiempo, puede leerse entre líneas y descubrirse. Y después llegó el sueño, el silencio. Olvidarse mucho de uno debería estar prohibido por ley. Hay cosas que se hacen con naturalidad, conectar con una propia sensación, adueñarse de ella, expresarla, dejar constancia de ella. Escribiendo, actuando, hablando; de cualquier forma.
 Después es fácil de ver; cuando ya has salido de esa tumba en la que no entraste por voluntad propia, pero sí decidiste quedarte, por esa manía de pensar que las cosas pueden ser distintas, que de verdad se puede razonar y hacer mejor a otras personas. Y durante todo ese tiempo, hubo el miedo. Miedo al silencio, que es el peor de todos. A la falta de vida, a la soledad más absoluta. Quedarse dentro porque no sabes lo que habrá fuera, y temes que no haya nada. Odias el lugar que habitas, pero no te atreves a abandonarlo. Y es cuando todo se convierte en una locura. Ahí, y no en otro lugar, comienza la locura.
Y al salir es tan fácil, mirarlo todo con perspectiva se vuelve tan sencillo... no te sientes bien, no estás orgullosa, pero entiendes y te alegras de estar fuera. Vuelves a los libros, a la vida experimentándose a sí misma. Vuelves a un camino que no sabes dónde te lleva; y comprendes que es mejor que el camino que parecía indicarte un lugar seguro. Porque la única seguridad que encontrabas en aquél, era la del sufrimiento. Este, el nuevo, no es el camino seguro de la ciencia, ese nunca te gustó. Siempre te empujó el de la incertidumbre, el de vivir de verdad ahora. Por eso dormir es sólo el tránsito que devuelve a la vida, la anestesia tranquila pero que te va minando por dentro. Y prefieres observar, dormir cinco horas, que cada día sea un nuevo aprendizaje, sensaciones nuevas y vivencias elegidas, verdaderas. Y un día entiendes que no quieres seguir culpando, por lo que dejaste de hacer, de ser, por mucho que sientas que otras personas te empujasen a hacerlo. Aprendes a tomar las riendas, a hacerte responsable, a confiar, de una puñetera vez, que el maldito Occam tenía razón, y tu intuición es el mejor arma que posees. Tienes que confiar en ella. No ser tan dura si te equivocas. Pero escúchate, tu cuerpo, tu mente, son sabios; al menos te dicen por dentro lo que quieren, y lo que no. Y tu única misión es verbalizarlo, poner límites. La fe sólo es buena cuando la canalizas hacia un posible, hacia algo que depende de ti.
- ¿No tienes miedo de volver a esa tumba?
- Lo tengo. Pero estoy tan lejos de ella, que ni la veo. No me considero una gran creadora, no escribo novelas, poemas, ni obras de teatro. No hago muchas cosas que hacen las personas que crean. Pero sí soy capaz de sentir, de tocar lo que otros hacen, de emocionarme y vivirlo como mío. Los cimientos ya no se tambalean, los reconstruyo con todo mi cariño, les pongo tierra fresca, me siento a sus pies, y les cuento un cuento lleno de ventajas. Las que ahora veo, las que ahora tengo. Y me aferro a ellas. Y ahí es donde me quedo. Y en la conexión que por fin encuentro de nuevo, conmigo misma, con los otros, con el mundo. Donde ya no hay pugna constante, donde mi esencia vuelve, y por fin me reconozco, disfruto, me río, me cuestiono, y la soledad ya no me asusta. Estoy en el paso necesario que me lleve a crear de verdad. En el paso previo del reconocimiento absoluto, en la mitad de la estepa florecida que sabe que llegará al bosque.

"Una vez me escribió para preguntarme qué significa esta canción. Está llena de enigmas y simbolismos. Pero en realidad, habla sobre el maltrato, maltrato de cualquier tipo. Y la necesidad de salir de él." 

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