martes, 29 de julio de 2014

Mi Laberinto


Hace ya tiempo que el mundo cambió de color, y se pasó a tu parte. Esa parte que aún no conozco, que ni siquiera sé si me fue negada. Que me es simplemente ajena. A veces siento que llevo la mitad de mi vida pendiente de aprender una misma lección, la misma, una y otra vez. Como si tuviese que empezar de cero, porque siempre se me olvida. Porque soy mi propio laberinto, que cada día exploro, en el que me pierdo, y busco un conejo blanco en el lugar equivocado. Este laberinto que parece la biblioteca de la abadía de Guillermo de Baskerville, tenebrosa, oscura, solitaria, polvorienta, y llena de secretos. De ráfagas de aire, espejos, y fantasmas imaginarios. No quiero pasar la vida buscando la poética, para acabar sabiendo lo que sabía desde un principio: que la llevo dentro. Quiero salir del dédalo que me asfixia, en el que veo tu imagen reflejada, como un espejismo, como una condena. Quitarme este hábito que arrastro, como una losa. Como una pequeña Benerice. Estudiando corazones. Sintiendo mentes. Quiero encontrar una luciérnaga en la palma de mi mano. Un canto que me serene en mi garganta. Un claro sin oscuros, en mi mirada.
Y voy a ensayar otra vez. Para esa obra que no sé si algún día estrenaré. Que cada día procuro enfrentar, sabiendo un poco más. Dándome una nueva oportunidad, para olvidarme de ensayar.

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