martes, 16 de abril de 2013
Maldito Occam
Y es que, normalmente, las cosas son lo que parecen. Y las
explicaciones, cuanto más simples, mejores y más veraces. Cuando una
pasa mucho tiempo buscando una verdad, en los mas recónditos rincones,
en las orillas de los ríos y en las aceras, a veces olvida la
explicación más sencilla, y así, lo más importante. Porque en las pistas
se halla todo lo que necesitas saber. Tu intuición es el mejor arma que
posees. Pero a veces es tan dura, nos muestra verdades tan lejanas a lo
que nos gustaría que fuera... que nos volvemos metafísicos de
conveniencia. Si al final no hay zanahoria, dejamos de confiar en la
navaja propia, y seguimos a ciegas la navaja ajena, llenándonos de
premisas que tienen sentido cuando caminan solas, pero ninguno si no
transitan, no si laten muy dentro de una. Porque nadie mejor que tú lo
sabe. Y por más que quisiera que fueran reales estos Sueños de una visionaria,
que fuese verdad que la vida a veces sólo nos muestra una parte, pero
que queda latente y escondida otra, (la que yo quisiera) al final, la
ilusión por lo que no vemos, por lo que no Es, puede ser agonizante. La
caída insuperable. Y nada vale tanto como esta vida que habita delante
nuestra, como esta rosa con su olor a cuestas, que a veces no confía en
su propio aroma, y en que puede llegar donde desea. Pero llega sin ser
llamada. Sin tener que desplazarse.
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