miércoles, 2 de enero de 2013

En su seno reinan todas las vidas

Es lo que siempre está en medio, como una ráfaga, algo que se siente cerca, que todos perciben, porque deja huella. En su seno reinan todas las vidas, porque fagocita todas las que encuentra. Y la tragedia es que nadie puede entrar en la suya, ni siquiera ella. Sólo, a veces, se deja salir, sin darse cuenta. No es una flor que muere como la juventud cae del tallo de la vida, pues crece en regiones estériles donde no corre el agua.
No crea vida, porque es vida. No alimenta, no construye, lo lleva todo dentro, y a todas partes, consigo. Celebra cada paso, se ilusiona en cada movimiento, como un fuego fatuo, rápido, que quisiera quedarse, y aún no ha descubierto la manera. Saborea, huele, pero no encuentra el modo de participar. Como si permanecer le fuese negado por la adversidad.
La danza que sueña la tortuga, un fuego lleno de vida, que se consume a sí mismo, y a todo lo demás, cuando está cerca, cuando se acerca demasiado, cuando va a hacerse real. Un enigma para sí misma.


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