miércoles, 10 de octubre de 2012

Fueguitos

Lo primero, fue el silencio. Luego, los disparos, los empujones, las lágrimas, y los guantazos. Por último, el desconsuelo. 
No sabía de dónde venían, ni cómo podía luchar contra ellos, o evitarlos.
Era como si perteneciese a una especie desconocida, que, por algún milagro, había logrado sobrevivir. Y como tal, las demás especies, fuertes y enraizadas, aprovechaban la coyuntura para demostrar su superioridad, intentando acabar con él. Pero, por alguna razón que sólo la mente humana podría explicar, o al menos entender, había algunas especies que no sólo lo toleraban, sino que, y sin motivo justificable, lo cuidaban. Y cuando aquél fueguito preguntaba ¿Por qué? esas especies raras le decían: "Tú no te puedes ver. Ellos sí. Por eso intentan destruirte. Ven lo peor de ellos, reflejado en tus ojos. No lo pueden soportar. Y yo te veo a ti, escondido bajo millones de capas, de llamas, y todas las máscaras."

 Luego, empezaron los abrazos. 

Fuentes: Galeano, Ibiza, el miedo, y mi lugar en el mundo.

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