lunes, 26 de diciembre de 2011

La Hormiga

Aun cuando todas las miradas del mundo… Pudieran escrutarme.
Tendría que encontrar la forma de decirte que lo sé. Entonces tendría que poder hacerlo, tendría que materializar lo informe.
Aristóteles debió hablar sólo de la potencia, de la semilla, del posible árbol de mil hojas y tres mil millones de frutos. Con toda la belleza, con toda la sabiduría, con la verdad intrínseca que se oculta porque no necesita mostrarse, gusta de ocultarse, y no se le pregunta.
Cómo describir lo que no tiene identidad ni nombre.
Lo que solo puede contemplar, admirar, sentir, simplemente sentir, tan dentro que no puedo, que no sé, y ahora profesora, y tal vez, lo siguiente, quién sabe. La buscadora de Ulises, perseguidora de Ítacas aún por inventar. ¿Toda una vida para encontrarme?
Imaginar una hormiga que preguntara por qué ser obrera, por qué reina, por qué guerrera, si acaso no podría recorrer todos los hormigueros, todos los árboles, de todo el universo.
A veces siento tanta nostalgia, me siento tan cerca y tan lejos de todo el mundo, tan lejos de mí, como si no me dejara acercarme.


Fuentes:  Aristóteles, Heráclito, Ángeles Costa, mi profesora de filosofía, Homero, y mi propia búsqueda.
Verano de 2011.

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